Yagé, teoría, revelaciones postsafarisaicas
«La “obra” nace en la mente del artista, su inspirador, su enunciador. Sea una “obra” personal o colectiva, en alguna mente singular nace la idea embrionaria. ¿Esta idea se podrá compartir con alguien para enriquecerla o podrá mantenerse en secreto por el artista cuando este es un fabricante de discursos privados?[…] ¿Cuáles son los principales agentes que producen los valores en la cultura dominante? […] En ese momento en que animal y turista se encuentran en el recorrido del safari dos situaciones se han producido. De una parte el diseño del recorrido y la instalación del organismo-obra corre por cuenta del curador; un productor inscrito en una geografía superior que lo produce: la institución museal por ejemplo. […] Turista y organismo en el contexto de un safari. Tres simbiontes que como micro esferas se tocan tangencialmente definiendo una relación de intercambio donde se dan procesos de producción, y donde algunas de esas circulaciones simbólicas responden a formas de objetivación del sujeto que es producido de alguna manera por la experiencia del safari.»
Anónimo bogotano, ca. 2008.
«… seducir los sentidos y aportar emoción al mundo de la tecnología. Ésa es la razón por la que la película para nuestra campaña tenía que estar hecha por un maestro de la seducción en el cine.»
Phillips Co.
Wong Kar Wai y Phillips Corporation ya habían comprendido muy bien hacia 2007 las calidades (esotericas, misticoides, new age y económicas) de creer de forma fetichista y supersticiosa en la llamada Vida de las obras (1). Pero, como se trata de cosas que “adquieren vida” por intervención humana (a pesar de quienes quieran ver en ellas “un atisbo de eternidad” y demás parafernalia metafísica), alguien debe responder por su paternidad: en unos casos es el llamado autor, mientras que en otros lo es, digamos, una corporación. En ambos casos, autor o empresa que comisiona un trabajo (y autor que se presta para hacer el trabajo sucio, la obra “viva”), todos juegan a lo mismo: decir que lo que hacen obedece a imperativos categóricos que les exceden pero que, igual, son tan mundanos como ir de paseo al Africa y volver hablando de experiencias religiosas. Es decir, y siguiendo en este punto a Carlos Salazar cuando ataca la relación arte-corporativismo: unos hacen obras de arte, otros televisores; ambos se consideran especiales y tienen sus falsos profetas.
Notas
Véase: http://www.itsartmag.com/forum/viewtopic.php?f=35&t=289
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«La “obra” nace en la mente del artista, su inspirador, su enunciador. Sea una “obra” personal o colectiva, en alguna mente singular nace la idea embrionaria. ¿Esta idea se podrá compartir con alguien para enriquecerla o podrá mantenerse en secreto por el artista cuando este es un fabricante de discursos privados?[…] ¿Cuáles son los principales agentes que producen los valores en la cultura dominante? […] En ese momento en que animal y turista se encuentran en el recorrido del safari dos situaciones se han producido. De una parte el diseño del recorrido y la instalación del organismo-obra corre por cuenta del curador; un productor inscrito en una geografía superior que lo produce: la institución museal por ejemplo. […] Turista y organismo en el contexto de un safari. Tres simbiontes que como micro esferas se tocan tangencialmente definiendo una relación de intercambio donde se dan procesos de producción, y donde algunas de esas circulaciones simbólicas responden a formas de objetivación del sujeto que es producido de alguna manera por la experiencia del safari.»
Anónimo bogotano, ca. 2008.
«… seducir los sentidos y aportar emoción al mundo de la tecnología. Ésa es la razón por la que la película para nuestra campaña tenía que estar hecha por un maestro de la seducción en el cine.»
Phillips Co.
Wong Kar Wai y Phillips Corporation ya habían comprendido muy bien hacia 2007 las calidades (esotericas, misticoides, new age y económicas) de creer de forma fetichista y supersticiosa en la llamada Vida de las obras (1). Pero, como se trata de cosas que “adquieren vida” por intervención humana (a pesar de quienes quieran ver en ellas “un atisbo de eternidad” y demás parafernalia metafísica), alguien debe responder por su paternidad: en unos casos es el llamado autor, mientras que en otros lo es, digamos, una corporación. En ambos casos, autor o empresa que comisiona un trabajo (y autor que se presta para hacer el trabajo sucio, la obra “viva”), todos juegan a lo mismo: decir que lo que hacen obedece a imperativos categóricos que les exceden pero que, igual, son tan mundanos como ir de paseo al Africa y volver hablando de experiencias religiosas. Es decir, y siguiendo en este punto a Carlos Salazar cuando ataca la relación arte-corporativismo: unos hacen obras de arte, otros televisores; ambos se consideran especiales y tienen sus falsos profetas.
Notas
Véase: http://www.itsartmag.com/forum/viewtopic.php?f=35&t=289
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